En los años 90, cuando los CDs eran los reyes del mercado y los cassettes aún se mantenían firmes, Sony decidió lanzar un formato que prometía revolucionar la música: el MiniDisc.

Compacto, resistente y regrabable, parecía tener todo lo necesario para triunfar… pero, al final, se desvaneció casi sin dejar rastro. ¿Qué le sucedió al MiniDisc?

El nacimiento del MiniDisc Sony presentó el MiniDisc en 1992 como una opción digital y portátil frente al CD y al cassette. Tenía el tamaño de un disquete (7 cm), venía en una carcasa protectora y podía grabar hasta 80 minutos de audio con una calidad muy cercana a la del CD, gracias al códec ATRAC. Además, era regrabable —una ventaja considerable sobre los CDs grabables de la época— y muchos reproductores portátiles permitían grabar directamente desde el micrófono o la radio.

Las ventajas claras… pero poco éxito

✅ Más resistente que el CD (no se rayaba con facilidad).

✅ Regrabable y editable (como un pendrive).

✅ Compacto y fácil de llevar.

✅ Buen sonido y baterías duraderas en los reproductores.

Sin embargo, el MiniDisc enfrentó varios desafíos:

❌ Era caro, tanto el dispositivo como los discos.

❌ La gente ya estaba acostumbrada al CD.

❌ En muchos países (como EE. UU. y gran parte de Europa) no tuvo una distribución masiva.

❌ Luego llegaron los MP3, que eran más cómodos, baratos y no requerían soporte físico.

Sony dejó de fabricar reproductores de MiniDisc en 2013, marcando el fin oficial de este formato. A pesar de su desaparición comercial, el MiniDisc todavía cuenta con una pequeña comunidad de aficionados que restauran, coleccionan y utilizan estos dispositivos.

Para los amantes de lo retro, el MiniDisc es una auténtica joya tecnológica. Ofrece una experiencia física en un mundo digital, con ese toque nostálgico de cargar un disco, grabar tus listas y disfrutar de la música de una manera diferente.